Para que los hijos puedan ser felices



Cuando les pregunto a los padres de familia qué es lo que más quieren para sus hijos, la respuesta casi unánime que recibo suele ser es "que sean felices".

 

Lo grave es que, aunque no les faltan buenas intenciones para lograrlo, lo que sí hace falta es claridad sobre lo que se requiere para tal propósito.


Por fortuna, hoy los expertos en la conducta coinciden con los grandes sabios: la felicidad es proporcional a la bondad.


Hace más de 2.500 años, Buda lo aseveró cuando dijo que "si una persona es bondadosa la gente lo querrá más, lucirá un rostro radiante y su mente estará completamente serena".


Y esto mismo fue corroborado hace un par de años por un grupo de científicos de la conducta, que lideran la nueva escuela de psicología conocida como psicología positiva, para quienes lo que hace que las personas se sientan más satisfechas y a gusto con su vida es tener un compromiso efectivo de servir y aportar al bienestar de los demás.

Es decir, sean bondadosos y ya, como diría la educadora Angela Marulanda.


Cultivar la bondad es como una fórmula mágica para alegrar el espíritu, un principio universal que nos muestra la forma más sencilla de alcanzar la felicidad.


Es difícil pensar en vivir términos de dar y darnos cuando nos han enseñado que de lo que se trata la vida es de ganar y que lo que tenemos que hacer es obtener lo más posible, por eso la función como padres no es solo prepararlos para que 'se ganen la vida', sino ante todo formarlos para que 'se ganen el Cielo'.




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