La importancia psicológica de los grupos

La característica social más marcada de este milenio -junto al desempleo- es el profundo sentimiento de soledad de las personas.

Sucede, que la eliminación de la intermediación humana (cajeros automáticos, correo electrónico, Internet, etc) en muchas actividades, va creando una sociedad de solitarios relativamente satisfechos, que hasta pueden ver por televisión una guerra -Irak.EEUU.- en el momento en que se producen los hechos.

Veamos entonces, nuestra relación con los grupos; nacemos en medio de dos personas, nuestros padres, en lo que se llama grupo primigenio o primario.

Aquí aparece la primera discusión; algunos dicen que grupo son tres integrantes y otros dicen que lo es a partir de dos, el argumento es que entre dos es factible tener criterios similares, siendo seguro, que entre tres; las opiniones sean discordantes o diferentes...

Decimos entonces, que la principal condición de los grupos es la variedad de opiniones, conductas, valores, religiones, etc. de cada uno de sus integrantes.

Son notables los fenómenos que en el individuo provoca el cruce de sus particularidades, con las del grupo, genera cambios tan importantes y tan intensos para él, como para el grupo; que también siente emociones, rechazo o aceptación, interés, curiosidad, deseo de hacer pagar “derecho de piso” , etc.

Por otra parte, durante toda nuestra vida aprendemos que los grupos son inevitables, no podemos elegirlos (ej. nuestros compañeros de trabajo) y que son generalmente de desconocidos.
Un grupo que sí decimos conocer es nuestra familia, pero tal vez no percibamos que es un grupo que no elegimos y por lo tanto, es con ese otro grupo, el de nuestros amigos- a los que sí hemos elegido- con quienes tenemos una afinidad distinta.

La gente suele decir: “para mí fulano es más que un hermano....”, deberíamos decir: “no es más, es otra cosa”..., fue elegido por sus particularidades, como nosotros fuimos elegidos por ellos.

En los adultos y gerontes, es esperable entonces, que no privilegien grupos siempre complacientes o de igual o único pensamiento, a pesar de lo tranquilizadoras que puedan ser esas relaciones porque siempre les dicen que sí a todo. Deberían acercarse a otras personas, entonces, con criterio maduro, ya que sólo nuestros amigos o los parientes que más nos aprecian, son los que se animan a hablarnos de nuestros errores, del “carácter”, etc., sin temor a molestarnos, para que, viendo lo que tratamos de no ver, intentemos modificarlo, si fuese ese nuestro deseo.

En otras notas referiremos cómo la Psicología, los grupos de reflexión y los grupos terapéuticos más precisamente, permiten trabajar en sintonía con estos objetivos.

licjorgemercado@gmail.com

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