Nos dicen desde Psicociudad, donde vive la psicología política “9 de cada 10 campañas electorales fracasan en su objetivo” . Otro será Senador, el Gobernador o el Presidente.
Todo ha sido inútil: las virtudes del candidato, las buenas ideas del partido, el esfuerzo de los militantes, el dinero invertido, el tiempo de planificación, los nervios...
La noche de la derrota destruye planes, esperanzas, proyectos e ilusiones. Es el momento más duro y más amargo de la vida política.
Es cuando las preguntas duelen:
¿Por qué votaron al otro candidato y no al nuestro?
¿Cómo no supimos aprovechar las oportunidades que había?
¿Dónde estuvieron los errores?
¿Cómo es que nuestra comunicación política no logró convencer?
¿Cómo fue que no nos dimos cuenta que estábamos perdiendo votos?
Es justamente en el momento más difícil cuando surge una verdad sólida como una roca: la gran mayoría de las campañas electorales no comprenden cómo funciona el cerebro del votante.
Las estrategias, las tácticas, la publicidad electoral, el marketing político, la comunicación política y toda la campaña electoral serían diferentes si se supiera cómo es que cada persona decide a quién va a votar.
Por eso a trabajar seriamente estos temas, bien usados sirven para lo mas importante, un acercamiento y un canal sincero al sentir y al deseo de la gente.
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