"Juegos de Asfixia"

 WASHINGTON (Reuters) - Al menos 82 jóvenes estadounidenses murieron desde 1995 por participar del "juego de asfixia" o "choking game".

Una cantidad desconocida de chicos, especialmente varones, están participando de esta práctica, en la cual se estrangulan a sí mismos con sus propias manos o con un lazo o le piden a alguien más que lo haga, señalaron los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) en un informe.
El reporte, primer esfuerzo por evaluar esta situación, identificó las muertes de 82 chicos de entre 6 y 19 años desde 1995 hasta el 2007 que parecen estar vinculadas con el "juego de asfixia". Los CDC indicaron que el probablemente subestima la cifra y no cree que la publicidad provocada por el informe haga que más jóvenes intenten realizar la práctica.

NO SOLO MORTAL
En febrero del 2006 un chico de 13 años fue encontrado por su madre desplomado en su habitación con un cinturón alrededor del cuello. Otros adolescentes contaron que el "choking game" había sido jugado en fiestas locales, informaron los centros.
En abril del 2005, una niña también de 13 años fue hallada colgando de un lazo, hecho con un cinturón y un cordón, atado a la puerta del armario de su dormitorio.
La joven anteriormente le había dicho a un primo que había jugado recientemente al "juego de asfixia" en la escuela. Ambos consiguieron salvarse, sólo porque alguien los vió y pudo buscar auxilio.


Opinión profesional.

Como primer comentario frente a la noticia, pensamos en la ausencia de estadísticas e investigaciones de este y de todo tipo que sufre Argentina, en el aporte valioso que brindarían tanto para la prevención, como para la reacción médico-sociales.

Ahora la pregunta que nos hacemos es sobre el objetivo de estos ahogamientos y la respuesta médica es: experimentar un momento de euforia… al cortar la llegada de oxígeno al cerebro.

También necesitamos conocer que las consecuencias-no letales-incluyen: daño cerebral, convulsiones, hemorragias en los ojos, conmoción cerebral y fracturas debido a las caídas posteriores a la pérdida de conciencia. Y naturalmente, cuando la estrangulación se prolonga, sobreviene la muerte.

Pero reflexionemos, la reciente noticia de un chico que se filmó con un celular cuando le pasa un tren por encima, las picadas de autos y motos, las “aventuras” de conducir a alta velocidad drogados y/o alcoholizados, o la casi común, de consumir alcohol hasta producirse un coma alcohólico, van en la misma sintonía y tienen patrones de conducta similares.

Hablamos siempre de individuos que necesitan ser “aprobados” y “aceptados” por “grupos de pertenencia”, que para acceder exigen pruebas con riesgo, pero que sirven como paliativo, para mitigar esa soledad que no soportan.
Por experiencia, sabemos que no hay clase social que esté exenta de ser afectada, por estos intentos o acciones suicidas.
Desgraciadamente entre sí, sólo difieren en el plazo, los de corto: ruleta rusa, ahogamiento en soledad o, los de plazo mediano: alcohol, drogas, combinado ambos, con el riesgo de la vida en todo tipo de desafíos.
Es un intento de los que imposibilitados de controlar la vida, por lo menos, pretenden manejar la propia muerte.
Por eso, como hablamos de gente enferma o propensa a enfermar, debemos conocer las medidas preventivas necesarias.
Las medidas preventivas-que a veces no son fáciles de realizar-son las mismas que se toman con adolescentes y jóvenes, para detectar conductas conflictivas o de adicción:

1.- Detectar los repetidos cambios de carácter, a pesar de que suelen ser característicos en esa etapa de la vida,
2.- Promover con energía si fuese necesario, el contacto padres-hijos en la casa, en algún horario: cena, almuerzo, etc.
3.- Asumir el control de los gastos, las nuevas compañías, los períodos de aislamiento o fuera de la casa, la asistencia a los estudios, deportes, terapias, etc.
4.- Implementar cualquier otra medida de control que fuese necesaria.

Y como siempre, recurrir a la consulta médico-psicológica, con las autoridades del colegio, etc, a fin de deslindar del estado natural de la adolescencia, la presencia de conflictos que eventualmente deriven en situaciones irreparables.


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